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Un ingeniero argentino entró en una estación del metro de Estocolmo, capital de Suecia. 
Allí notó que había, entre muchas registradoras normales y comunes, una que daba paso libre gratuito. 
Entonces le preguntó a la vendedora de ticket el por qué de aquella registradora permanentemente libre para pasar y sin ningún agente de seguridad en las cercanías.
La dama, entonces, le explicó que ese paso estaba destinado a las personas que, por cualquier motivo, no tuviesen dinero para pagar su pasaje. 
Incrédulo, acostumbrado a la manera nuestra no pudo evitar hacerle la pregunta que, para él era obvia:
- ¿Y si la persona tuviese dinero, pero simplemente no quisiese pagar?
La vendedora entrecerró sus ojos azules y con una sonrisa de pureza sobrecogedora, le respondió: 
- Pero por qué haría eso?                     
Sin poder acertar una respuesta, el ingeniero pagó su pasaje y pasó por la registradora seguido de una multitud que también había pagado por sus tickets.
El paso libre continuó vacío.
La honestidad es uno de los valores más liberadores que un pueblo puede tener.  
Una sociedad que ha logrado transformar ese valor en algo natural, está en un estado de desarrollo, sin duda, superior. 
Eso es educación... ¡También y antes que nada!
Cultive este valor y transmítaselo a sus hijos, a sus nietos, a sus alumnos, a la sociedad.
Su mundo cambia cuando usted cambia. No premiemos las prácticas fraudulentas, los negocios mal habidos, la corrupción...
Hagamos de la honestidad y buena fe un hábito...
No es cierto que “la papaya (oportunidad) dada, hay que aprovecharla”.
La “malicia indígena”, no consiste en robar.
El “ingenio paisa”, no es delinquir.
Cambia y ayuda a cambiar tu entorno.
Si empezamos ahora, seguramente pronto viviremos en una sociedad y un mundo muy diferentes.

Autor: Anónimo