
Sin tener que calificar esto como “todo pasado fue mejor” como lo dicen los abuelos, la invitación es a comprender que cada momento histórico trae sus bondades. Este momento, donde las familias jóvenes con niños pequeños deciden tener uno o dos hijos, o donde las distancias impiden la visita frecuente de los primos y, sin ir mas lejos, donde la inseguridad y la arquitectura de nuestras viviendas impide la visita permanente de nuestros amigos, existe un lugar mágico donde el propósito se cumple, este el es el JARDÍN INFANTIL.
Pero ¿por qué a los dos años?
Porque es la edad donde se incorporan al repertorio de habilidades aspectos como: la socialización, el desarrollo de su lenguaje, la curiosidad, la autonomía, el amor por el conocimiento, la identidad y el respeto por la naturaleza, entre muchos otros más que se aprendieron, como lo mencioné arriba, en familias “grandes” o “numerosas”.
Es el lugar donde se aprende a esperar del turno, a seguir horarios y rutinas, a controlar su esfínter, a compartir juguetes, a consumir todo tipo de alimentos saludables, a tolerar la frustración, a solucionar conflictos, a cumplir normas, a respetar las jerarquías, a compartir los juguetes, a interiorizar la cortesía, a asumir retos, a defender sus espacios, a crear, a disfrutar, a soñar, a vivir el presente, y la lista continua…
Durante más de veinte años, como psicóloga clínica infantil y de la familia y propietaria del Gimnasio San Bartolomé, he visto pasar por mi consultorio y mi jardín infantil cientos de niños y niñas con cientos de formas de ser y de estar en el mundo, por lo que me uno a las posturas de los grandes psicólogos del mundo que afirman que los niños que asisten a un jardín infantil desarrollan más y mejores formas de solucionar sus grandes o pequeños conflictos que se presentan cuando se enfrentan a contextos nuevos para ellos, gracias a sus niveles de autonomía, trabajo en equipo, curiosidad y amor por el conocimiento.
Ma. Magdalena Pinto-Rodríguez.
PhD. C.S. Niñez y Juventud.
Directora Psicopedagoga GSB.